20 de enero de 2013

La hora de la función

Nervios.

Esa sensación que te recorre por toda la espalda. Que hace que tus manos se vuelvan sudorosas, y que tus rodillas se replanteen mantenerte en pie. Esos nervios que son tan traicioneros, que hacen que ciertas palabras no quieran salir de tu boca, o que tu mente se quede en blanco en un examen. O que te hace olvidar todo lo ensayado durante un año el día del estreno.

Lo que me está pasando justo a mí.
Justo hoy.

Llevo todo un año esperando este momento, y como me temía, queda un minuto para que salga a bailar y estoy bloqueada. Me encuentro detrás del escenario, donde todo el mundo está de aquí para allá, retocando el vestuario, buscando a otras bailarinas que tienen que salir a escena en cero coma. Ultimando los últimos adornos del vestuario, comprobando si el peinado está en su sitio.

Hay algunas chicas maquillándose, otras simplemente repasando los pasos. Siento que mi cerebro por fin se coordina con mi cuerpo e intento imitarlas. Bien, parece que ya me acuerdo de los pasos. No, espera. No recuerdo los últimos pasos del baile. ¿Y ahora qué hago? ¿y si me equivoco? ¿y si me caigo? ¿y si me quedo en blanco en medio del escenario? ¿y si...?

Sacudo la cabeza intentando que todas esas preguntas y dudas desaparezcan. Si mucho éxito. Me muevo en círculos para intentar calmarme. Funciona... A medias. Empiezo a agobiarme, la pieza que está sonando está a punto de acabar, lo que significa que pronto llegará la hora en que tenga que salir.

Es ahora o nada.

Ya empiezo a hiperventilar, y el corazón me va a mil por hora. Siento la cara ardiendo, estoy segura de que parece un tomate. Se acaba la música. Empiezan los aplausos. Y con ellos vuelve mi bloqueo.

Cesan los aplausos, y las primeras notas de mi pieza comienzan a sonar.
Es hora de salir al escenario.



1 comentario:

  1. ¿Por qué será que sentimos nervios? Es una pregunta bastante interesante, creo. Una cosa es tener nervios porque no te esforzaste, pero a veces... no sé, por más que uno se esfuerce, siente nervios igual. Por eso, uno lo mejor que puede hacer es intentar pensar en algo bueno y distraer su mente, pero son inevitables.

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